Monasterio de Santo Estevo de Ribas de Sil |
Los ríos dividen la Ribeira Sacra en dos zonas, las de ambos valles fluviales. Al norte está la ribera del Miño, con dirección N-S, que cuenta con más pueblos, bodegas e iglesias. Y al sur, el Cañón del Sil, en dirección E-O, que tiene laderas más pronunciadas con pendientes que llegan a los 500 metros de altura sobre el río.
Ambas riberas están encajonadas en el relieve granítico característico de Galicia, lo que hace que haya muchas curvas y meandros a lo largo de los cursos fluviales. Aunque se trata de un paisaje natural, tanto el Miño como el Sil han visto modificado su cauce debido a los embalses, algo también muy característico de Galicia. Incluso hay pueblos enterrados bajo sus aguas y tierras inundadas que crearon importantes daños a la población local en los años 60, al tener que abandonar sus casas y sus fincas.
La Ribeira Sacra está habitada desde la antigüedad, como lo demuestran los restos de castros gallegos a lo largo de este territorio. Y las laderas de las riberas del río siempre han sido cultivadas por su favorable microclima, al estar protegidas de las influencias atlánticas y al dejar pasar las influencias mediterráneas por el Cañón del Sil.
De esta manera, se trata de un territorio es propicio para el cultivo de la vid debido a la gran cantidad de sol y lluvias que recibe durante todo el año. Esto se puede ver en la distribución de numerosas pequeñas bodegas que existen por toda la Ribeira Sacra para la elaboración de vino.
Todos estos factores, sumados al hecho de que se trataba de un lugar aislado y de difícil acceso, llamó la atención de clérigos y monjes para la construcción de ermitas, santuarios y monasterios. ¡Siempre elegían los mejores sitios!
Actualmente, la elaboración de vinos de la Ribeira Sacra se encuentra dentro de una de las Denominaciones de Origen (D.O. Ribeira Sacra) que posee Galicia. Las bodegas exportan sus caldos a todo el mundo. Sin embargo, muchas pequeñas bodegas que han estado funcionando desde hace décadas han ido cerrando debido a la dificultad laboriosa de plantar viñedos y recoger uva en este territorio. Por eso estas explotaciones requieren de una modernización de infraestructuras para que los propietarios no abandonen la tierra.
Y es que además del valor del patrimonio histórico artístico existente en la Ribeira Sacra, la forma de trabajar la tierra construyendo bancales en las laderas desde época prerromana, es un valor humano a considerar también como patrimonio.
El plan de dinamización turística de la Xunta de Galicia 2020-2023 se basa en la mejora de las infraestructuras para el turismo, como el acondicionamiento de carreteras, la señalización de rutas de senderismo, rehabilitación de bodegas y antiguos molinos, mejoras de accesos y adecuación de miradores, etc... Todo para conseguir el reconocimiento de Patrimonio Mundial por la UNESCO, y para fundamentar la economía de la zona especializándola en turismo y hostelería, relacionada con la producción de vino de calidad.
Sin embargo, no existen estrategias concretas para fijar población en las áreas rurales ayudando a modernizar las explotaciones. Además, existen amenazas de turistificación y los problemas que conlleva con el aumento de servicios como rutas en catamarán, en tren turístico e incluso en globo... y también graves amenazas de degradación ambiental que pueden poner en peligro la propia candidatura de la UNESCO, como la creación de una tirolina o la construcción de una futura autovía próxima a la zona.
Entonces la cuestión es: ¿pueden todos los usos ser compatibles? ¿Se puede llevar a cabo un plan turístico dinamizador sin que la población local se vea obligada a abandonar el territorio o tendrá que cambiar su forma de vida como sucedió después de la construcción de los embalses?
Y por último, ¿conseguirá ser la Ribeira Sacra Patrimonio de la Humanidad? Sin duda lo merece, veremos qué pasa.
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