1. Un paisaje de ríos, rías y rúas.


En el extremo noroccidental de la Península Ibérica, al Suroeste de Europa, se encuentra Galicia, tierra de peregrinaciones a lo largo de la Historia y uno de los Finisterres geográficos del continente. 

Los peregrinos que llegan durante todo el año caminando desde las tierras llanas de la meseta castellana siguiendo el Camino de Santiago Francés, se encuentran al llegar a Galicia con un paisaje totalmente distinto, dominado por las montañas, verdes bosques y prados regados por miles de ríos y riachuelos, y por una geología dominada por el granito, que se observa en sus calles y edificios. Un paisaje atlántico que recuerda mucho a los de Bretaña, Irlanda o Gales.

Por su situación geográfica, existieron en Galicia muchos intercambios culturales y comerciales con pueblos procedentes del sur del continente, de cultura mediterránea, y también con las demás culturas celtas del norte europeo, algo que se puede ver en sus tradiciones históricas, música o rasgos lingüísticos. Un hecho que se acentuó a través del Camino de Santiago a partir de la Edad Media. Así, la primera impresión es de una tierra de la Europa Latina, con características propias de la Europa Atlántica.

Galicia conserva una realidad geográfica y cultural propia diferente al resto de pueblos peninsulares. Al mismo tiempo, por su emplazamiento, guarda muchas características en común especialmente con el norte de Portugal, con el que comparte territorio y área lingüística (el galego-portugués). 

Y también con el norte del Estado Español, del cual forma parte hoy como Autonomía con la característica de ser una reconocida Nación Histórica, tanto por la Constitución Española como por la Sociedad de Naciones (al igual que Catalunya o el País Vasco). De este modo, Galicia se encuentra a medio camino entre el mundo hispánico y el mundo lusófono.



Una característica singular de Galicia es su clima, más cálido y soleado que en el norte de Europa, pero más frio y lluvioso que en el centro y sur de la Península Ibérica o las regiones mediterráneas, al ser un clima influido por el Océano Atlántico. Así, el carácter frío y triste de los gallegos que condiciona el invierno, se vuelve alegre y festivo durante el verano, que queda demostrado por la cantidad de festivales, verbenas, y fiestas gastronómicas que inundan sus poblaciones en época estival. Este es un factor muy importante ya que da vida y dinamismo al medio rural, algo que no sucede en otros territorios similares. En verano, además, aumenta la población por el retorno temporal de trabajadores emigrantes durante su período de vacaciones.

Los límites administrativos de Galicia están bastante bien definidos geográficamente, aunque históricamente fueron mucho más extensos y actualmente existen municipios limítrofes en Asturias, León y Zamora en los que también se habla gallego. Pero en general, configura una realidad geográfica diferenciada del resto de la Península Ibérica por el Macizo Galaico, donde las sierras orientales de Ancares, Courel y Eixo forman una frontera natural de norte a sur.

Por el sur, aunque existen muchas similitudes geográficas y culturales entre el sur de Galicia y el norte de Portugal, la linea administrativa que las divide es una de las fronteras artificiales más antiguas de Europa (casi intacta desde el siglo XII). Y a ambos lados de la frontera se conservan fortalezas defensivas como recuerdo de las batallas que hubo entre ambos territorios durante el siglo XVII. 

Esta linea fronteriza se denomina A Raia y se divide en tres partes: el curso bajo del río Miño, las Sierras de Peneda-Xurés y A Raia Seca, que debe su nombre a que no existe ningún río que haga de frontera. En la Raia Seca se encuentran los municipios del Couto Mixto, que en su día fueron independientes tanto de Galicia como de Portugal. 

La Raia Seca se prolonga desde O Xurés hasta los Montes de León y cruza el valle alto del río Támega, que es la vía natural de entrada (o salida) a Galicia mas amplia por el sur y por el interior. Las otras vías de entrada o salida naturales requieren cruzar los ríos Miño y Eo cerca de la costa, atravesar los puertos de montaña de las sierras surorientales o los estrechos y sinuosos valles de los ríos Sil y Limia, lo que ha obligado a realizar complejas infraestructuras de carreteras, autovías o ferrocarril con numerosos puentes y túneles. 

Sin embargo el valle del Támega es más ancho y es la puerta de entrada del Camino de Santiago portugués del interior y de la Vía de la Plata portuguesa. El Támega nace en Galicia pero tiene la mayor parte de su recorrido en Portugal y la frontera divide las dos áreas de la Eurociudad Verín-Chaves. La portuguesa Chaves y la gallega Verín están unidas por una distancia de 30 kilómetros, y la Rúa (calle) que las une se llama Avenida de Portugal en la parte de Galicia, y Avenida da Galiza en la parte de Portugal. Existen además otras dos Eurociudades fronterizas a ambos lados del río Miño (y de la Raia): Tui-Valença y Salvaterra-Monção.

La costa es también característica y representativa de Galicia gracias a sus Rías. En cuanto deja de haber Rías y la costa se vuelve rectilínea por el sur, nos avisa de que Galicia se termina y empieza Portugal. Y lo mismo sucede al norte, cuando se aproxima la rasa litoral asturiana. Destacan también las zonas de acantilados y playas de arena blanca muy fina, fruto de la erosión provocada por el viento y el mar que golpean con gran fuerza la costa gallega. 

Y es que Galicia es mar, sus casi 1.500 km de costa en una superficie total de apenas unos 29.500 km. cuadrados de superficie hacen que la mayoría de la población viva al lado del mar y que desde siempre haya vivido de sus recursos marinos. Las dieciséis Rías con las que cuenta Galicia a lo largo de toda su costa favorecen la existencia de puertos naturales y la aparición de una importante actividad acuícola y pesquera. 

Además son abundantes los ríos que recorren todo el país, la mayoría de ellos cortos, estrechos y poco navegables por la orografía, pero con un gran valor energético ya aprovechado en el pasado con la construcción de molinos fluviales. En la actualidad, existe un importante aprovechamiento de los recursos hídricos, tanto en embalses hidroeléctricos como en aguas termales, gracias a su geomorfología.

De este modo, debido a su clima y también a su carácter montañoso, el relieve costero e interior de Galicia proporciona un gran potencial eólico. Sin embargo, la excesiva instalación de molinos eólicos genera problemas ambientales en el medio rural además de no repercutir directamente en el territorio, ya que gran parte de la energía eólica se exporta y las empresas que la producen tributan fuera.

La transición energética hacia el sector de las renovables es fundamental, pero muchas veces se convierte en un negocio para grandes empresas, y no repercute como debería en la calidad de vida de la población del medio rural. Galicia cuenta también con una planta de energía térmica que tiene previsto dejar el carbón y dar el paso al almacenamiento de gas natural licuado. 

Desde época pre-romana, el territorio contó con diferentes yacimientos mineros (oro, carbón...) y hoy destacan las canteras de granito en la parte occidental y de pizarra en la oriental. Incluso al sur de Galicia se están empezando a explotar minas de litio. 

De el mismo modo, existe una industria maderera, que también debe caminar hacia un modelo más sostenible con el medio ambiente. En Galicia existe mucha superficie de monte y con la emigración del campo a la ciudad se ha ido abandonado o vendiendo para uso forestal intensivo, plantando especies foráneas como pinos o eucaliptos (más abundantes en las zonas montañosas de la costa). 

Estas especies, sobretodo el eucalipto, son de rápido crecimiento, pero consumen mucha agua y son poco resistentes al fuego. Además muchas veces se propagan cerca de viviendas, lo que resulta un problema durante las muchas épocas de incendios abundantes en este territorio. 

Por ello es necesaria una ordenación territorial, estableciendo zonas aptas o no para el cultivo de pinos y eucaliptos, y estableciendo facilidades para la plantación de especies autóctonas más acordes con el paisaje propio de Galicia, u otras que no dañan el suelo y resistan mejor el fuego. 

De esta manera, sería necesario ampliar los usos del monte, para que su economía no dependa únicamente de la industria papelera, sector de especial importancia en Galicia actualmente.


Ribeira Sacra
Cañón del Río Sil (Ribeira Sacra)



2. Modelo territorial: hábitat disperso y policentrismo.

Podemos distinguir tres grandes zonas de asentamientos humanos en Galicia, la zona costera (la más poblada), la Galicia interior, y las áreas de montaña (las menos pobladas).
 
Galicia tiene un sistema de ciudades policéntrico que está formado por 7 áreas urbanas que superan los 50.000 habitantes. Las dos principales áreas metropolitanas son las de A Coruña al norte y Vigo al sur. Son las dos que tienen más industria y también las que albergan los dos equipos de fútbol más importantes (Deportivo vs. Celta). 

Ambas están en la costa y tienen los puertos principales, y aunque cada una no llega a los 500.000 habitantes registrados, en realidad la proximidad a otras dos áreas importantes forma conurbaciones urbanas a medida que se expanden.

Así, la Gran Coruña se expande hacia el área urbana de Ferrol-Narón y el Gran Vigo hacia el área de Pontevedra, conformando dos conurbaciones que requieren una mayor planificación en las comunicaciones y el uso común de infraestructuras.

Pero la capital de Galicia es Santiago de Compostela, ciudad que no llega a los 100.000 habitantes empadronados. Y aunque es la ciudad más turística, gracias a su famosa catedral, Compostela ha sido históricamente el centro político y religioso, y hoy es el centro administrativo y universitario, donde se ubican la sede y el parlamento del gobierno autonómico.

Estas 5 áreas urbanas se ubican en el denominado Eje Atlántico, el eje de mayor vitalidad económica de Galicia que se extiende a las otras dos ciudades del interior que rondan también los 100.000 habitantes (Lugo y Ourense) y también a Oporto (en Portugal) y Oviedo (en Asturias).

Hay geógrafos que analizan el sistema urbano en el que aseguran que si Galicia tuviera solamente una área metropolitana como puede ser la de O Porto en el norte de Portugal o incluso Barcelona en Cataluña, que tuviera todos los servicios de manera centralizada, el país sería más competitivo y apenas existirían localismos. Pero esto no tiene por que ser así, ya que otros territorios como el País Vasco tienen un modelo territorial similar, con tres ciudades principales menos grandes, descentralizadas y bien conectadas (en el eje de la Y vasca) y su economía es de las más competitivas del Estado Español. O en países pequeños como Paises Bajos y su eje Amsterdam-Rotterdam-La Haya, cada una con su función especializada. La diferencia es que las comunicaciones entre las ciudades gallegas son bastante peores en gran parte debido a su compleja orografía

La descentralización también es buena, pero debe potenciarse evitando localismos y fomentando áreas urbanas y comarcales especializadas todas perfectamente conectadas. De esta manera, Vigo y A Coruña disponen de los principales puertos, fundamentales para la economía gallega, tanto para importaciones, exportaciones y llegada de cruceros. Santiago de Compostela cuenta con la mayor infraestructura y cultura universitaria y también administrativa. Y otras áreas urbanas y comarcales del interior cuentan con especializaciones industriales, agro-industriales o de servicios. Sólo así se equilibra el territorio entre la ciudad, el medio rural, la costa y el interior.

Galicia se caracteriza debido a su geografía por tener un hábitat disperso con muchas vilas y aldeas, con lo que no todas disponen de buenas conexiones o servicios. La división administrativa consiste en Provincias (Diputaciones), ComarcasConcellos (Ayuntamientos) y Parroquias o Freguesías (algunas también denominadas Pedanías). 

Las parroquias tuvieron siempre un papel importante en la sociedad gallega. Se crearon en la época de los suevos, y agrupan un conjunto de aldeas a las que pertenece un párroco, un pedáneo y una iglesia. El hábitat en Galicia es muy disperso debido a su geografía y hay muchas aldeas pequeñas en distintos emplazamientos a lo largo del territorio. Algunas en la cima de "outeiros", otras en mitad de ladera, y otras en valles próximas a los ríos. También varían sus tamaños, algunas solo tienen 3 o 4 casas, y la iglesia es el centro y nexo de unión entre varias aldeas vecinas. 

En cada iglesia parroquial hay un párroco asignado (aunque hoy en día un párroco puede dirigir varias parroquias por escasez de personal...) Y el pedáneo es el representante elegido por sus vecinos, como un alcalde pero sin partido político.

La aldea siempre ha sido el modelo de hábitat característico desde la época de los castros celtas como núcleo de población. Un núcleo muy identitario, donde todos sus habitantes se conocen y se extrañan cuando aparece alguien de fuera, o rivalizan con los habitantes de otras aldeas vecinas. Y siempre de tadición religiosa en la que el cura o párroco tenía un papel fundamental.   

Pero en Galicia, el número de ayuntamientos es excesivo, porque debido al envejecimiento y al despoblamiento muchos no llegan a los 1.000 habitantes. Han habido algunas fusiones pero lo ideal sería que las comarcas tuvieran menos concellos (municipios) y en consecuencia, menos alcaldes. 

Además, las comarcas, que tienen su peso histórico y geográfico pero no administrativo, seria bueno que se encargasen de ofrecer servicios a sus concellos parroquias funcionando como mancomunidades en detrimento de las diputaciones provinciales. 

En cambio, la división en cuatro provincias tampoco tiene mucho sentido, ya que las comarcas que las componen tienen características geográficas muy distintas unas de otras dentro de la misma provincia o tienen a veces mayores similitudes con las de la provincia vecina. 

De esta manera, eliminar las diputaciones y juntar municipios pequeños sería una gestión territorial mucho más eficiente contra el el caciquismo y la corrupción, que desgraciadamente siguen presentes hoy en día.



Mapa de Galicia

Densidad de población en Galicia



3. Industria y comunicaciones: debilidades del pasado y fortalezas del presente.

Galicia cuenta con tres aeropuertos, es ya un debate histórico si Galicia necesita tres aeropuertos pequeños en las tres ciudades más importantes o si solo con uno más grande sería suficiente. Sobretodo viendo como el aeropuerto internacional de O Porto en el Norte de Portugal se ha convertido en el aeropuerto de los gallegos debido a su mayor oferta de vuelos y conexiones internacionales. 

Sea como fuere, lo más lógico hoy sería aprovechar las tres infraestructuras existentes y especializarlas, ya que los aeropuertos de Vigo y A Coruña están ligados a sus dos polos industriales y empresariales y el de Santiago más al turismo. También es fundamental conectar los aeropuertos eficazmente entre ellos y las principales ciudades por ferrocarril. La infraestructura del antiguo aeropuerto de Santiago (próximo al nuevo Rosalía de Castro) podría aprovecharse como estación de conexión de cercanías con el "TAV" (Tren de Alta Velocidad).

El tren de alta velocidad, en actual proceso de construcción, fue ideado para unir los puertos de A Coruña y Vigo con Madrid (y ciudades que quedan de camino como Santiago). Y aunque reduce considerablemente las distancias entre las principales ciudades, no para en muchas cabeceras comarcales y además resulta caro para los desplazamientos diarios. Tampoco de momento está conectado con los aeropuertos.

Lo que Galicia necesita es un tren de cercanías que equilibre su territorio, similar al de otros países. Que una ciudades con villas cabeceras de comarca y sobretodo que conecten el interior con el Eje Atlántico. Es primordial vertebrar el territorio internamente por ferrocarril y después unirlo con el exterior y no solamente con Madrid, sino también con el Norte de Portugal y Asturias. 

Sin embargo, en Galicia se ha priorizado la utilización del transporte privado por carretera antes que el público por ferrocarril. Se ha invertido en buenas autovías dentro del país y con el exterior, eso sí, desafortunadamente siempre priorizando la conexión del Eje Atlántico con Madrid antes que la conexión interna entre las áreas urbanas y cabeceras comarcales gallegas. De hecho, todavía no están unidas entre sí las 7 ciudades principales por autovía y en ocasiones son autopistas de pago, mientras que a Madrid las dos autovías que llegan desde allí son gratuitas. 

Además, la desventaja es la dependencia del vehículo privado que en ocasiones hace que haya más desplazamientos en coche compartido que en tren debido a que este último es más caro y con peores horarios y conexiones. Algo que se echa de menos en Galicia es la implantación del tranvía moderno en sus ciudades, que hoy en día es inexistente.



La industrialización de Galicia, así como la mejora de las infraestructuras y comunicaciones tanto internas como con el exterior, llegó tarde. Hasta la revolución industrial, Galicia estaba muy poblada y como región agrícola era rica pero basada en una economía de autoconsumo. Se exportaban algunos productos como el vino del Ribeiro o el lino, pero el mercado estaba siempre condicionado por las políticas proteccionistas españolas e internacionales, así que muchos jornaleros se iban a trabajar a Castilla durante la temporada de la siega, a Andalucía durante la recogida de la aceituna o a Portugal también durante la vendimia en el norte o la siega en el sur. Mientras que la mayoría de la población sabía realizar oficios en el campo o en la pesca, la escasa burguesía creadora de industria, mercados y bancos, era principalmente foránea. Por ejemplo, las primeras conserveras fueron instaladas por catalanes. 

El déficit industrial de Galicia, promovió el gran éxodo rural entre 1830 y 1930 a ciudades del resto de la Península Ibérica (Madrid, Barcelona, Bilbao y Lisboa), pero sobretodo de Latinoamérica (Buenos Aires, Montevideo, México, São Paulo, Caracas, etc...). Galicia siempre ha sido tierra de emigrantes, al igual que otros países y regiones de Europa como Irlanda, el norte de Portugal y el norte de Italia. Pero no tierra de inmigrantes, con algunas excepciones recientes como la de la población de Cabo Verde asentada en zonas de A Mariña de Lugo como mano de obra en la pesca.

Su carácter predominantemente rural y poco industrial hizo que en Galicia nunca hubiese una sociedad verdaderamente obrera y reivindicativa. Y en las zonas rurales, las pequeñas propiedades (minifundios) todavía predominan en la actualidad. Las familias rurales tenían una gran cantidad de hijos que, al heredar, debían dividir las fincas en partes más pequeñas. La única forma de no dividirlas era que el hijo mayor se quedara con todos los bienes a cambio del cuidado de los familiares mayores de la casa. 

Por ello, lo normal era que muchos jóvenes optaran por emigrar, y la mayoría de los emigrados encontraron mejores oficios en el sector servicios en ciudades de fuera de Galicia. Se estima que desde 1857 a 1960 solamente en Argentina se afincaron unos 600.000 gallegos, y en el año 2015 estaban censados 168.263 principalmente en la ciudad de Buenos Aires, que es conocida como la quinta provincia gallega, porque tienen derecho a voto en las elecciones de Galicia y suele ser decisivo. 

Los gallegos abrieron asociaciones y centros culturales en todas las ciudades latinoamericanas de destino, los llamados Centros Galegos, donde se juntaban para difundir y reivindicar las tradiciones de Galicia y para dar ideas políticas para su progreso y desarrollo económico. Muchos llegaron a abrir importantes empresas e instituciones en los países de destino como el Banco Galicia en Argentina o el Galicia Esporte Clube, equipo de fútbol de Salvador de Bahía en Brasil. El camino de Galicia daba el salto desde el mundo europeo hacia el mundo americano.

Este éxodo migratorio se acentuó durante los años 40 del siglo XX, tras la guerra civil española y se prolongó hasta los años 50-60 hacia países europeos como Suiza, Alemania, Francia, o Bélgica. A partir de los años 80 y 90, empezó un retorno de capitales desde la emigración. Muchos gallegos retornaron a su tierra y abrieron negocios principalmente en hostelería. Es frecuente ver aún hoy bares y restaurantes con nombres del tipo "Bar París" o "Restaurante Zurich", fundados por gallegos que emigraron y ganaron dinero en aquellas ciudades. Y también se construyeron en las ciudades y villas gallegas desde principios del siglo XX las llamadas "casas de indianos", casas señoriales construidas por aquellos gallegos que hicieron grandes fortunas en las Américas.

Es por ello que el pueblo gallego hoy, no se asusta ante la emigración, porque ya sus antepasados lo hicieron, unos volvieron y otros se quedaron en sus variados lugares de destino, trabajando como mano de obra barata pero en muchas ocasiones llegando a crear empresas en aquellos territorios tan lejanos. Actualmente sigue habiendo gallegos emigrados por todos los rincones del mundo, mientras la población en Galicia disminuye cada año.

La emigración y el envejecimiento de la población hacen que la sociedad gallega sea hoy en gran parte tradicional en sus costumbres, son familiares, conservadores, conformistas e individualistas. Sin embargo, siguen siendo relevantes las colectividades sociales tanto rurales como urbanas.  Debido a los asentamientos de población de pequeño tamaño, en cada lugar siempre hubo una unión vecinal que hoy sigue viva en asociaciones culturales o en la gestión de montes comunales. 

Y aunque no es una sociedad tan reivindicativa como la de otras regiones y países más industrializados  con mayor movimiento obrero, hubo grandes manifestaciones en su historia reciente como los movimientos agrarios de 1907, para pedir más autogobierno con el Estatuto de Autonomía en 1977 o contra las malas gestiones ambientales (catástrofe del Prestige en 2002 e incendios forestales en 2017). 

También ha sido siempre una sociedad matriarcal en donde la mujer siempre ha tenido un papel fundamental tanto en el hogar como fuera de él, siendo una mano de obra importantísima en el medio rural y desde los inicios de la industria textil.



Ría de Vigo
Ría de Vigo, con el Puente de Rande al fondo.



4. No sólo turismo. Amenazas y oportunidades de futuro.


Hoy en día nos encontramos con dos polos importantes industriales, al norte se encuentra el textil con la multinacional gallega más importante: el Grupo Inditex. Y al sur de la Comunidad Autónoma está la industria relacionada con la automoción, el grupo francés PSA Citroen. De ambas industrias surgen muchas empresas afines y generan muchos puestos de trabajo. Pero éstos no son los únicos sectores, otros como el de la construcción (aluminio, madera, minería...) o alimentación (vinos, conservas, carne...) producen importantes exportaciones al extranjero.

Es importante diversificar el sector industrial, para no depender solo de grandes empresas que puedan cerrar en tiempos de crisis. En este sentido, el sector del automóvil tiene una gran importancia, ya que proporciona muchos empleos directos e indirectos. Pero también es fundamental su adaptación para la fabricación de vehículos eléctricos e híbridos para cumplir con la política medioambiental europea, que se compromete a reducir en los próximos años la producción de vehículos contaminantes.

Un gran potencial de Galicia es la Agroindustria. Además de los excelentes productos pesqueros de sus Rías, sus variados productos gastronómicos son de una gran calidad como la leche, la carne o sus famosos vinos (denominaciones de origen). Gracias a esto surgen cada vez más empresas de elaboración de productos artesanales (cervezas, sidras, aceite, quesos, derivados de la castaña...) relacionados con la agricultura ecológica. Este sector es fundamental para fijar empleo y población en el medio rural así como para dinamizar su economía mediante actividades que complementan el turismo, como el turismo gastronómico.

El turismo, como ocurre a nivel global, está en auge, pero en Galicia es un fenómeno relativamente reciente. La apuesta por la promoción del Camino de Santiago a principios de los años 90, dio a conocer Galicia en el mundo. Hoy en día, el debate es si se debe apostar por una mayor capitalización del Camino con los riesgos de turistificación que ello conlleva, o si debe seguir guardando su esencia "espiritual".

Quizás, lo mejor es que convivam las dos opciones, por una parte un turismo más caro de calidad, y otro más barato, siempre controlando la masificación por parte de las administraciones.

Además del turismo cultural, natural, o de playa, destacan el turismo rural y el termal por su extensa red de casas rurales, termas y balnearios por todo el territorio. Durante los últimos veranos en temporada alta ya se observan problemas derivados del turismo de masas en las zonas costeras más turísticas y es algo que Galicia debe saber gestionar bien, controlando la entrada de turistas en los lugares más concurridos, aplicando tasas turísticas y elevando precios de entrada en monumentos y espacios naturales para su buen mantenimiento.

Una de las ventajas del turismo, además de las económicas, es que fomenta que las administraciones se apliquen por cuidar mejor el inmenso patrimonio tanto natural como cultural que tiene Galicia y que siempre ha estado descuidado a pesar de su enorme valor y riqueza.

Lo mismo ocurre con el urbanismo, que desde los años 60 del siglo XX con el boom de la construcción, al no existir ningún tipo de ordenamiento y una manía exagerada por construir viviendas en altura, a veces por no disponer de suelo y otras por querer dar una imagen de ostentación, se fue creando una especie de feísmo en toda ciudad y villa que hoy es relevante y tristemente característico de este territorio.

Se debe tomar ejemplo de otros países europeos al respecto, cuidando y ordenando mejor el territorio de Galicia, el monte, los espacios litorales, las zonas urbanas pero sin depender exclusivamente del turismo. Sino mejorando la calidad de vida de sus habitantes y que Galicia no sólo se convierta en un territorio-museo, con un maravilloso paisaje donde se come bien y barato. 

Por otra parte es fundamental el acercamiento de Galicia y el Norte de Portugal, en donde a pesar de ser una de las fronteras más antiguas de Europa, nunca existió una división cultural y siempre hubo intercambios económicos y sociales. De hecho, cada vez hay más empresas gallegas que tienen su actividad en Portugal, a partir de la entrada de ambos países en la Unión Europea. Al facilitar la libre circulación de personas y capitales, el establecimiento de la Eurorregión y de las Eurociudades fronterizas que comparten servicios e infraestructuras.

Pero además, el mercado de la conurbación urbana Porto-Braga abarca una cantidad importante de población potencial de casi 2 millones de habitantes y que por autovía se encuentra a sólo 1 hora y media del área urbana de Vigo (la más poblada de Galicia). Esto supone un acceso a los servicios y oportunidades económicas y laborales de una y otra parte del río Miño a los habitantes de ambos territorios a los cuales unen lazos culturales y lingüísticos.

Aquí, el idioma gallego, la lengua propia de Galicia, cobra una doble importancia. Primero como marca de identidad y puesta en valor de los productos gallegos para el comercio peninsular y europeo, y segundo, por su acercamiento al portugués, ya que ambas son variedades de un mismo sistema linguístico (el galego-portugués), siendo una oportunidad para comunicarse con más de 500 millones de hablantes en el ámbito de la lusofonía (o galaicofonía) a nivel mundial. 

Esto, junto al conocimiento y utilización del castellano, también lengua oficial en Galicia y una de las lenguas más habladas en el mundo, da a este país una clara ventaja para relacionarse social y económicamente no sólo con todos los territorios de la Península Ibérica y como nexo de unión entre España y Portugal, sino también con Latinoamérica.

Pero el reto de futuro más importante para Galicia es sin duda, el reto demográfico. Su población es de las más envejecidas del mundo con las consecuencias económicas que ello conlleva, gastos sanitarios, incremento de pensiones por jubilación... La esperanza de vida es también de las más altas aquí, pero nacen muy pocos niños lo que hace que el saldo vegetativo sea eternamente negativo y cada año siga disminuyendo. Esto se suma a que sigue siendo habitual la fuga de cerebros hacia otras regiones y ciudades y también es preocupante el abandono del medio rural que siempre caracterizó a Galicia. Es preocupante que en muchas aldeas apenas vive gente mayor y otras están siendo deshabitadas. 

¿Cuál debe ser la solución a este problema? Indudablemente como en muchos otros lugares, la inmigración de gente joven, de una manera regulada y controlada, ayuda a cambiar la situación. Algo que, por ejemplo, sucede en Portugal al atraer población de origen brasileño, a la que unen lazos culturales. De momento, el saldo migratorio en los últimos años es positivo en Galicia y la población extranjera residente en edad laboral proviene principalmente de países como Portugal, Brasil, Colombia, Venezuela, Argentina, Perú y Marruecos, y también jubilados de otros países europeos. 

Por último, también se debe apostar por modernizar y mejorar la calidad del empleo, tanto en el medio rural como en las ciudades, apostando por el emprendimiento, la innovación, la investigación y la tecnología. Y sobretodo, evitar la fuga de empresas hacia ciudades como Madrid, por contar éstas con mayores infraestructuras y beneficios fiscales. Esto disminuye el empleo en Galicia y es una realidad que desgraciadamente aumentará en los próximos años debido a la conexión por alta velocidad con Madrid, ya que facilita los desplazamientos laborales a los grandes focos de empleo fuera de la Autonomía. En este sentido es fundamental incentivar fiscalmente a las empresas para que decidan instalarse en Galicia. 

Sólo de esta manera se evitará que cada año tantos gallegos tengan que emigrar y se queden a vivir en su maravillosa terriña.


6. Bibliografía recomendada: 

-   "Otra idea de Galicia", de Miguel Anxo Murado.







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