1. Los orígenes del camino de Santiago... y de Galicia.

Es durante el período estival cuando a Galicia llegan más visitantes de todas partes del mundo recorriendo alguna de las rutas del Camino que va hacia Santiago de Compostela. Los peregrinos que llegan caminando, en bici o en caballo... pueden obtener la Credencial, un documento que acredita que consiguieron terminarlo. 

Pero muchos peregrinos no se conforman con llegar allí y ver su extraordinaria catedral, sino que continúan hasta el mar. Y es que esta es una peregrinación pagana que se remonta a épocas anteriores al cristianismo, y en consecuencia a la construcción de la catedral tras el descubrimiento de una "supuesta" tumba del Apóstol Santiago.

Las sociedades celtas galaicas peregrinaban hacia el mar para curar las almas en vida, antes de morir, o como sacrificio para demostrar un arrepentimiento por algún mal cometido. Uno de esos enclaves era el cabo Fisterra (Finis Terrae), al que llamaron así los romanos porque creían que era el fin de la Tierra

Estas peregrinaciones también sucedían en otros Finisterres de la cultura celta atlántica, como los de Irlanda o Bretaña, pero además había otros lugares santuarios  donde había piedras sagradas, las famosas piedras de abalar o mecedoiras. 

Estas piedras santas existían en territorios de cultura celta atlántica como por ejemplo en Cornualles (The Logan Rock). Y también existen muchos lugares de culto de este estilo en Galicia, uno de los más famosos es Muxía, con su piedra de abalar y el santuario de A Virxe da Barca. Aquí muchos peregrinos terminan hoy en día su camino.

Muchos de estos antiguos santuarios celtas fueron posteriormente cristianizados, construyéndose capillas en esos lugares como ocurre en Muxía. Lo mismo ocurrió con muchos cruceiros, que antes de cristianizarse no tenían la cruz, pero ya existían para señalar cruces de caminos.


Catedral-Santiago-Galicia
Catedral de Santiago de Compostela



2. Las tribus celtas y los castros galaicos.

Durante las eras glaciares en Europa, Galicia permaneció como refugio climático, lo que facilitó los asentamientos de poblaciones sedentarias que practicaban la agricultura y la ganadería, y de grupos de cazadores y recolectores nómadas. Por ello hay abundantes restos arqueológicos de la época megalítica como por ejemplo los dólmenes.

Estas poblaciones que vivían a lo largo de toda la costa atlántica de la Península Ibérica (Galicia y Portugal), según los romanos eran los oestrimnios (habitantes del extremo oeste). Es posible que una parte de los oestrimnios hubieran llegado desde el norte de África y que estuvieran emparentados con los mauri (mouros), un pueblo bereber cuyo nombre significaba en su lengua: "habitantes de la tierra". Los romanos nombraron Mauretania a toda la costa norte africana.

Según la mitología romana, Oestrimnia fue invadida por una tribu de saefes (pueblo celta que tenía a la serpiente como animal sagrado), con lo que pasó a llamarse Ophiusa (el país de las serpientes). Se supone que los saefes fueron los primeros pobladores celtas que llegaron a Galicia entrando por el norte peninsular. Los pueblos celtas eran sociedades migrantes de origen indoeuropeo (como muchas de las actuales lenguas de Europa) y se fueron expandiendo en varias oleadas por todo el continente.

Según la mitología celta, el rey Breogán llegó a Galicia desde la antigua Escitia por el Mediterráneo, atravesando las "Columnas de Breogán" (o "Columnas de Hércules" según griegos y romanos) y fundó Brigantia (actual Coruña). Allí mandó construir una gran torre desde la que su hijo Ith pudo divisar una tierra a lo lejos que quiso invadir y que sus descendientes lograron conquistar. Aquella tierra resultó ser Irlanda. La Torre de Breogán fue destruida y después reconstruida como torre-faro por los romanos, y rebautizada en la Edad Media con el nombre de Torre de Hércules que hoy se puede ver en la ciudad de A Coruña.

Hay historiadores irlandeses y gallegos que defienden que Galicia es la cuna de la cultura celta atlántica. Ya que estos pueblos celtas primeramente asentados en el noroeste de la Península Ibérica llegaron después hasta los finisterres de Irlanda, Gales, Escocia o la Bretaña... lugares en donde han perdurado más los vestigios de su cultura: palabras, topónimos, leyendas, restos arqueológicos, costumbres y celebraciones perdurando aún bajo la posterior denominación cristiana. 

De hecho, del idioma de los galaicos existen muchas palabras y raíces en el idioma galego actual que guarda similitudes con otras lenguas celtas como el gaélico. Sólo en la provincia de Pontevedra hay más de 50 topónimos relacionados con asentamientos galaicos, y la ciudad de Lugo lleva el nombre del dios Lugh (el dios del Sol de la mitología celta).




Los geógrafos griegos denominaron a los galaicos por el territorio en el cual vivían:  kallaikoi, que significa "habitantes de las montañas". Un nombre similar al de otros pueblos celtas también nombrados por griegos y romanos como por ejemplo los galos, los gálatas o los gaélicos, que guardaban características culturales comunes.

Los celtas galaicos, al contrario que los oestrimnios, vivían en la cima de las montañas en poblados fortificados llamados "castros". Estas construcciones tenían la misma tipología, eran grupos amurallados de casas de piedra circulares. Siendo pueblos que trabajaban la piedra, al encontrarse con unas montañas ricas en afloramientos graníticos, en ellas se establecieron.

Estos asentamientos castrexos también son abundantes en el Norte de Portugal y Asturias. Pero sólo en Galicia están inventariados cerca de 3.000, aunque sólo menos del 1% son castros excavados que se pueden visitar. Esta cifra es importante teniendo en cuenta la no demasiado extensa superficie del territorio gallego. 

Como ocurre con nuestras actuales ciudades, había castros grandes y pequeños. Algunos eran de gran extensión como el de Vigo o el de San Cibrao de Lás (Lánsbriga o Lámbrica), y estaban conectados con otros más pequeños, creando una espectacular red de castros por todo el territorio. Además guardaban un estilo ordenado, con las viviendas rodeando un recinto central, la croa donde se hacían reuniones, ofrendas, etc... y siguiendo colina abajo se encontraban las zonas de huerta y pasto de animales. 

Durante la Edad del Bronce y la Edad del Hierro, también tuvieron especial relevancia los castros mineros, ya que Galicia tenía importantes reservas de estaño y hierro. Además, los castros costeros fueron fundamentales para el abastecimiento de productos pesqueros y también para el comercio con otros pueblos atlánticos y mediterráneos, como los fenicios, que también construyeron puertos en la costa gallega. Por aquel entonces, el transporte marítimo era más fácil y menos lento que el transporte terrestre. La sociedad celta galaica era toda una civilización



Castro de Baroña Galicia
Castro de Baroña



3. La conquista romana y la cristianización.


Los romanos introdujeron el cristianismo, impusieron el latín, y llamaron "Gallaecia", por ser la tierra de los gallaeci (galaicos), al territorio peninsular que hoy en día abarca Galicia, Asturias, el Norte de Portugal hasta el Duero y parte de León. Dividiéndolo administrativamente en tres "conventus" jurídicos: Lucus Augusti, Bracara Augusta y Asturica Augusta con sus tres capitales en Lugo, Braga y Astorga respectivamente.

Aunque a los romanos no les fue fácil conquistar el territorio (leyendas como la del río Limia en donde decían que perdían la memoria al cruzarlo, lo demuestran) los galaicos finalmente sucunbieron a la conquista romana de forma drástica según cuentan también historias como la del Monte Medulio, una de las últimas fortificaciones celtas.

Y aunque no todos los galaicos desaparecieron y muchos se mezclaron con los romanos, otros siguieron apartados huyendo del dominio romano y aumentando las leyendas de los "mouros". Los mouros y las mouras eran seres paganos que vivían escondidos en cuevas o debajo de la tierra. Pero además, había otros seres como los trasnos, los diaños, las brujas y las meigas, que hoy en día forman parte de la mitología gallega.

Los romanos se asentaron durante siete siglos en la Gallaecia, donde explotaron sus recursos auríferos y de agua caliente y dejaron multitud de obras de ingeniería (murallas, campamentos, villaes, termas, puentes, acueductos, templos, minas…) especialmente en la ciudad de Lugo, que fue durante un tiempo la capital de esta provincia romana. En esta ciudad se celebra cada año la fiesta de interés cultural Arde Lucus, donde todo el mundo se disfraza de romano o de galaico.

Es importante resaltar que estos romanos se asentaron en muchos de los antiguos castros ocupados por los galaicos y los romanizaron, es decir, modificaron sus construcciones y aumentaron las poblaciones adaptándolas a su forma de vida según su arquitectura urbana característica. No obstante, la romanización en Galicia no fue tan patente como en otras zonas de Hispania.

Un importante emperador romano llamado Magno Clemente Máximo, nació en Gallaecia.


Muralla de Lugo
Muralla romana de Lugo


4. Tribus germánicas, el Reino Suevo de Galicia.


Siglos más tarde, otras tribus llegadas de Centroeuropa se asentaron en estas tierras. Los pueblos germánicos, en concreto suevos primero y visigodos después. 

Los suevos eran un pueblo de cultura céltica, originario de la región histórica de Suabia (al suroeste de Alemania) un territorio geográficamente muy parecido al galaico, por lo que se adaptaron rápidamente. Y cuando ocuparon el poder en el siglo V, fundaron en Galicia el primer reino medieval de Europa. Fue el primer reino en separarse del Imperio Romano y el primero en acuñar moneda propia. 

El Reino Suevo abarcaba la extensión de la Gallaecia romana y parte de la Lusitania (el conventus Scalabitanus), aunque llegó a tener influencia sobre más territorios. Establecieron la capital en Braga, se convirtieron al cristianismo, crearon las divisiones administrativas por parroquias, fortalecieron el poder eclesiástico y dejaron vestigios artísticos.

En esta época suevo-cristiana existía una sociedad galaico-romana en la que era fundamental la historia de Prisciliano, un obispo con ideas reformistas que fue acusado de herejía y ejecutado por la Iglesia antes de la llegada de los suevos. 

El priscilianismo pues, era una corriente que seguía teniendo cientos de seguidores en el Reino Suevo de Galicia. Tanto es así que después de ser ejecutado como hereje, se dice que sus restos fueron llevados en una barca de piedra a su tierra de origen y una vez allí se enterraron y se construyó una ermita sobre un campo de estrellas, una historia idéntica a la del descubrimiento de la tumba del Apóstol Santiago

Es decir, existe la posibilidad de que en la Catedral de Santiago no se encuentren enterrados los restos del Apóstol, sino los de Prisciliano, pero que la Iglesia, por miedo al aumento del priscilianismo reescribíó la historia borrando sus pegadas. Aún así, siguió habiendo seguidores de Prisciliano tras su muerte, y muchos peregrinaban hasta su tumba.

Mientras tanto, en la diócesis de Braga, San Martín de Dumio tuvo mucho protagonismo en la tarea cristianizadora de la Gallaecia. A él se le considera como el homónimo de San Patricio en Irlanda.

Además, desde el siglo VI se estableció el obispado de Bretoña en el extremo norte-oriental del Reino Suevo de Galicia (hoy Galicia y Asturias). Este territorio fue habitado por bretones (de origen celta) que escapaban de los pueblos germánicos (anglos y sajones) que asediaban Gran Bretaña y Armórica (Bretaña).

En este obispado de Bretoña, tuvo un papel destacado el obispo Maelocen un modelo religioso de cristianismo celta.

Reino Suevo Galicia
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Límites del Reino Suevo, de la Gallaecia Romana y localización de Bretoña




Finalmente, el Reino Suevo de Galicia fue incorporado al Reino Visigodo de Hispania en el siglo VII, aunque siguió conservando sus entidades eclesiásticas y administrativas. Los visigodos eran un pueblo germánico oriental procedente de las estepas de las actuales Rumania y Ucrania, que tras la caída del Imperio Romano fue conquistando toda la Península Ibérica, un territorio geográfico similar al suyo. El rey godo Witiza estableció su residencia en la ciudad de Tui.


5. El poder de la Iglesia en el Reino de Galicia ante las conquistas normandas y musulmanas.


La leyenda del descubrimiento de la tumba del Apóstol en un "campo de estrellas" (Compostela), "casualmente" en el mismo lugar en el que fuera enterrado Prisciliano, fortaleció al catolicismo y a su vez fue diluyendo al priscilianismo, sustituyendo unas peregrinaciones por otras más multitudinarias. 

Con esta jugada maestra, la Iglesia Católica compostelana tuvo un poder enorme en el Reino de Galicia reforzado por la construcción de su Catedral en el crecimiento de Compostela, destacando la época de su primer Arzobispo Diego Gelmírez. Todo ello en un contexto en el que Galicia se veía amenazada por la llegada de una nueva civilización que venía desde el Norte de África, los musulmanes.

Los musulmanes, de nuevo llamados "mouros" por su procedencia norteafricana (Mauretania), traían una nueva religión y se asentaron durante siglos en la mitad centro y sur de la Península Ibérica. En Galicia (o Jalikiah, como ellos la llamaban) apenas se llegaron a asentar, seguramente por las características geográficas y climáticas más adversas. Sin embargo, son famosos los pactos de nobles gallegos con Almanzor y también sus saqueos, como el robo de las campanas de la catedral de Santiago. 


 



La diócesis compostelana sirvió como uno de los eslabones del cristianismo de todo el norte peninsular y su crecimiento se vio ligado al aumento de las peregrinaciones a través de los caminos de Santiago. Por otra parte, el crecimiento y el aumento de poder en Santiago, se lo restaba a otras ciudades como Lugo o Braga, y con Braga hubo disputas y desencuentros importantes tanto en el clero como en la nobleza de ambas diócesis.

Ante el poder territorial de la Iglesia en el Reino de Galicia, la nobleza y la monarquía fueron desplazando sus sedes hacia Asturias, León y Castilla, a su vez que incorporaban territorios por conquistas y uniones dinásticas. Y al contrario, se dividían los reinos para repartirlos entre sus herederos.

Un hecho relevante fue el reparto de Fernando I a tres de sus hijos, de los reinos de Galicia, León y Castilla. Tras una posterior guerra entre los reyes hermanos, Alfonso VI rey de Castilla, conquistó León y Galicia. Y éste, poco antes de su muerte casó a dos condes borgoñones (Raimundo y Enrique) con dos de sus hijas (Teresa y Urraca). A Raimundo y Urraca se les proclamó Condes de Galicia, y a Enrique y Teresa Condes de Portugal. 
 
Ambos matrimonios tuvieron como herederos a dos reyes con el mismo nombre, el de su abuelo. Alfonso Raimúndez (hijo de Raimundo), nacido en caldas de Reis y pupilo de Gelmírez, se coronó como Rey de Galicia en la catedral de Compostela (y más tarde también de León y Castilla como Alfonso VII). 

Y mientras Alfonso Henriques (hijo de Enrique) proclamó la independencia en el siglo XII, del condado de Portugal. Tras una nueva guerra y el consentimiento del Papa, se convirtió en el primer rey de Portugal y tanto la expansión del nuevo reino hacia el sur durante la reconquista, como la expansión de Castilla, dejaron a Galicia arrinconada en la esquina noroccidental de la Península.  


El Reino de Galicia, a la muerte de Carlomagno (año 814)


Galicia contaba en la Edad Media con 5 ciudades episcopales que tuvieron cada una su catedral (Santiago, Lugo, Ourense, Mondoñedo y Tui). A veces aliada de la nobleza y otras en disputa con ella, la Iglesia tuvo que hacer frente a las incursiones normandas entre los siglos IX y XII. 

El obispo Cresconio mandó construir torres defensivas en varios puntos de la costa gallega destacando las Torres do Oeste, en Catoria (construidas sobre otras romanas ya existentes), para proteger la ría del Ulla, la más ancha de Galicia y que terminaba muy cerca de Compostela. 

Algunos normandos (descendientes de los vikingos) se mezclaron con la población, y se establecieron en colonias próximas a la costa de Galicia, a la que llamaban Jakobsland (Tierra de Santiago). Pero la mayoría lo hacían temporalmente, saqueaban y se marchaban, como hicieron en otros puntos de Europa, incluido el Mediterráneo. 

Es curiosa la presencia de un gran número de personas rubias de ojos claros en Galicia hoy en día, con respecto al resto de la Península Ibérica, debido a la herencia sueva y normanda... Además, en Brasil el término "galego" tiene el significado de persona rubia o de piel blanca.

Ulf el vikingo, también llamado "el gallego", fue un personaje destacado en esta parte de la Historia de Galicia y ejemplo de normando asentado aquí, también haciendo tratos con la nobleza gallega.


Castillo de Pambre
Castillo de Pambre



6. Las Guerras Irmandiñas. De los castillos a los pazos.


Durante la Edad Media, la Iglesia acabó ganando la batalla a los señores feudales. En Galicia las Revueltas Irmandiñas fueron las primeras revoluciones sociales de Europa contra el feudalismo.

Campesinos, burgueses, pequeños nobles y algunos eclesiásticos, se rebelaron contra el excesivo poder de los señores y altos eclesiásticos que obligaban a pagar altas rentas e impuestos y reclamaban que la monarquía y la Iglesia frenara esos abusos de poder. 

Así, la monarquía que ya estaba establecida en Castilla (anteriormente en León y Asturias), consiguió derrotar a la nobleza gallega, ejecutando a nobles como Pardo de Cela o requisando propiedades a otros como Pedro Madruga o João da Nova, que se acabaron exiliando en Portugal. 

Los Reyes Católicos definitivamente dieron amplio poder a la Iglesia en Galicia y sustituyeron la nobleza gallega por la castellana, nombrando además a "virreyes" no gallegos que tenían el poder administrativo. Fue la denominada "doma y castración del Reino de Galicia", aprovechando el desorden social de este territorio. 

Las Guerras Irmandiñas dejaron más de un centenar de fortalezas, torres y castillos destruidos, por eso se conservan hoy pocos y la mayoría en ruinas. Y mientras se ponía fin al feudalismo de los condes y señores de la Edad Media, durante la Edad Moderna iba creciendo una nueva nobleza menos poderosa, la de los fidalgos, que ocuparon tierras y construyeron los famosos pazos, hoy tan representativos del país. Mientras, el poder de la Iglesia se manifestaba en la ampliación de iglesias y monasterios.

Galicia, a lo largo de su historia nunca se mantuvo aislada de las corrientes culturales europeas, llegadas sobretodo a través del Camino de Santiago. De esta manera, su capital Compostela se convirtió en un importante centro cultural y religioso durante el Reino de Galicia. Sin embargo, el poder político estaba en manos de las monarquías portuguesa y castellana, que fueron expandiéndose y conformando los dos grandes Estados Ibéricos y posteriores Imperios de Ultramar.

Este es un breve resumen del resumen de la muchas veces desconocida, pero apasionante, Historia de Galicia. Y todo esto en un territorio pequeño de extensión, pero históricamente poblado con una alta densidad demográfica que nos ha dejado un inmenso y variado patrimonio cultural que también pervive en su toponimia. 

Una nación histórica y cultural que ha tenido numerosos asentamientos de culturas diversas, y personajes históricos relevantes. Tanto es así, que existe una teoría que afirma que Cristóbal Colón pudo haber nacido aquí... pero eso lo dejamos para otro artículo.


Pazo de Oca Galicia
Pazo de Oca




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